jueves, 20 de febrero de 2014


 

                                Nymphomaniac vol. 2: ¿Lars y el sexo?

 

Resulta interesante reflexionar, cómo el visionado en dos partes de una única película, puede llegar a influir en la percepción del film en su totalidad. Por este motivo, enfrentarse a Nymphomaniac vol. II, no es una tarea fácil. Potencialmente habrá dos tipos de público. Por un lado, el que le fascinó el vol. I, y que tras la resaca de imágenes impactantes y situaciones sorprendentes a  las que Lars Von Trier nos había hecho enfrentarnos en su vol. I, tendrá las expectativas muy altas ante esta parte restante. Por otro encontraremos al espectador, que no le sedujo esos primeros capítulos de la vida de Joe, pero que siente la curiosidad de visionar el final de la aventura, que a la vez, dará sentido global al discurso planteado durante las cuatro horas de duración del metraje. Por lo tanto, en ninguno de los caso seremos realmente objetivos a la hora de juzgar el film en su totalidad, cargando cada uno con su hándicap a las espaldas.

Recapitulando, en el vol I. Seligman (Stellan Skarsgård) recoge a Joe (Charlotte Gainsbourg) en su casa tras haberla encontrado en un callejón golpeada. A continuación Joe comienza a relatar cómo ha sido su vida hasta ese momento, marcada por su adicción al sexo. Se retrotrae hasta su más tierna infancia para explicarnos de dónde viene, pasando a contarnos su adolescencia y juventud. Para terminar, esta primera parte, Lars nos conduce al punto álgido de esta etapa en la vida de la protagonista: su Enamoramiento y Conquista de Jerôme (Shia LaBeouf). Casi sin solución de continuidad Joe comienza a no sentir nada al hacer el amor con él, de una manera física, no en el sentido de la popular canción. Con esa imagen intrigante en la retina nos deja el director danés embarcarnos en el vol. II, además de un puñado de preguntas revoloteando nuestra mente: ¿por qué le ocurre esto a la protagonista?, ¿qué motivo le hace siempre ser infeliz a nivel sexual repercutiendo en lo sentimental?, ¿cómo habrá llegado a la degradación que vimos al principio del vol. I que será el final de la historia?

Para abrir boca, el comienzo de la segunda parte de la película desvela uno de los enigmas, más importantes de todo el film, el origen de la ninfomanía de Joe. Lars Von Trier apela a un ejercicio de imaginación, realmente encomiable, -que no desvelaremos- para solventar la incógnita. Pero seguidamente nos puede llevar a una reflexión. Si bien es cierto, que el orden de los factores no altera el producto, también es evidente que en este momento el espectador puede notar una cierta extrañeza y pensar: ¿por qué se ha esperado hasta ahora –teniendo en cuenta que se habla de un hecho ocurrido en la infancia de la protagonista- para contar un hecho tan transcendental en la vida de Joe? Por éste y otros  pequeños detalles -tan cuidados en la primera parte-, el espectador emocionado del vol. I, empieza a ver que el castillo de naipes imaginario que el director danés había construido, puede tener otra cara menos imaginativa y más convencional, donde una madre ninfómana es una mala madre, una esposa ninfómana es una mala esposa, etc., etc., sin profundizar mucho más allá en los sentimientos de la Joe adulta. Poco a poco vamos viendo que se da cabida a una espiral de maldad, extorsión y perversidad -rozando lo increíble en algunos momentos-,  que mata a golpe de balazo/latigazo todo el espíritu innovador y creativo que habíamos visto en la primera mitad del film. Por desgracia, nos damos cuenta que estamos jugando al juego de siempre, con los personajes característicos de las películas comerciales al uso, de buenos y malos, con pocos pliegues que soporten  situaciones realmente jugosas a nivel intelectual.  

En Nymphomaniac vol. II se sigue apostando por el tándem, Charlotte Gainsbourg- Stellan Skarsgård, pero en este caso la figura de Seligman se empequeñece por momentos, dejando protagonismo a todos los personajes de las vivencias de Joe, haciendo flaco favor al ritmo argumental de la película, o mejor dicho, comparativamente con el vol. I, la no-presencia de Seligman como partener de Joe, se nota y mucho.

No cabe duda que existen reflexiones y situaciones con un cariz sorprendente, como la visión que se da la pedofilia o del sadomasoquismo, que nos impactan porque difícilmente encontramos referentes cinematográficos en este sentido. Pero también se caen en tópicos ya visitados por otras películas, como por ejemplo en Shame, en el hecho de que un adicto al sexo como otro punto de perversión añadida, tiene que pasar por acostarse con otra persona de su mismo sexo, y si en este caso es una menor, ya tenemos la carambola completa.

Con un final un tanto atropellado, aunque sin duda salvador de toda la obra, y por el que valdría la pena sentarse cuatro horas en un mismo asiento, sin duda, podríamos concluir que Lars Von Trier sigue dejándonos con la boca abierta, aunque este mismo hecho, se vuelve en su contra, al no llegar a mantener de una manera continua la genialidad  requerida por un espectador exigente precipitando la frustración final.

 Diana Callejas

1 comentario:

  1. Has hecho un buen texto, Diana, con algunas cosas raras de estilo y puntuación en los primeros párrafos. Lamento, no obstante, decirte que no comparto en absoluto tu lectura de la película: no creo que aquí se hable de buenos y malos, ni que haya moralismo, ni que la relación lésbica de Joe sea comparable al momento cuarto oscuro de "Shame": creo, más bien, que aquí hay una relación maestra/discípula que entronca con muchos motivos de la obra del marques de Sade, que Lars Von Trier -como ya demostró en "Rompiendo las olas"- se conoce muy bien. Creo que hemos visto dos películas completamente distintas, aunque estemos de acuerdo en que el final es realmente potente. Yo veo la película como un ataque sistemático a la moral consensuada en su forma de corrección política: en este sentido, el comprensivo Seligman es, por así decirlo, el antagonista. Y creo que Joe es, en cierto sentido, el propio Von Trier, tanto en su dimensión de provocador que no consigue provocar a una audiencia aparentemente comprensiva, como en la de árbol solitario incapaz de ser comprendido y asimilado por la comunidad.

    Creo que este volumen 2 es muy rico en ideas y sugerencias que tu crítica pasa por alto: no es que el Volumen 1 esté mejor que el Volumen 2. Lo que estaba mejor era tu lectura del Volumen 1 frente a esta lectura (creo yo que apresurada e injusta) del Volumen 2.

    un abrazo,

    jordi

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