domingo, 15 de diciembre de 2013

Le week-end




Y después de 30 años juntos…
 

Meg y Nick se van a Paris a pasar el fin de semana para celebrar su 30 aniversario de boda y para rememorar su luna de miel. “Podríamos vivir aquí” dice Meg, “¿y hacer qué?” contesta Nick, “podríamos ser artistas” afirma sonriente y feliz una Meg rejuvenecida tras su llegada a la ciudad del amor. La contestación del incrédulo Nick es: “imposible, no podemos ser artistas, somos de Birmingham”, y esa es parte de la frustración que domina a los protagonistas de esta historia que viven una vida vulgar y aburrida de la que intentan huir ahora que sus hijos han dejado el hogar.

Para Meg, una estupenda Lindsay Duncan, a la que recuerdo en Bajo el sol de la Toscana, que todavía despierta pasiones entre los jóvenes franceses,  su marido es el típico “ni contigo ni sin ti”, le desprecia y le recrimina, pero siempre acaba buscándole. Nick, interpretado por Jim Broadbent, encarna a la perfección este profesor universitario que a ratos parece un viejo verde necesitado del amor y sobre todo de la pasión de su mujer a la que tras una pelea en la que él acaba sangrando por accidente, obliga a enseñar los pechos como castigo, siendo esto un gran triunfo para él en su inexistente vida sexual con ella. Broadbent poseedor de un Oscar de interpretación secundaria por Iris, ha trabajado entre otros con los mejores directores británicos, y aunque para algunos será el estrambótico maestro de ceremonias de Moulin Rouge, para mí será siempre W.S. Gilbert de la estupenda Topsy-Turvy.

Recorren las calles de la bella ciudad de Paris – protagonista como lo fue Londres en su día de la cinta de Notting Hill también dirigida por Roger Michell, - como adolescentes traviesos o como viejos cascarrabias que apenas se soportan. Michell homenajea el cine de la nouvelle vague francesa con imágenes de Bande à part de Jean-Luc Godard como parte de la experiencia de nuestros protagonistas en el país.

El apasionado beso de película que Nick da a su mujer en plena calle, muestra su complicidad y que quizá no todo esté perdido después de tantos años, es interrumpido por Morgan, un espléndido Jeff Goldblum – al que echábamos de menos en la gran pantalla- viejo amigo de la universidad de Nick, quien sorprendido por la pasión “ese no es el beso que se le da a una mujer sino a una amante”, y feliz por el encuentro les invita a una cena en su casa al día siguiente. Morgan representará el dinero, la fama y el triunfo que Nick no pudo tener, pero también les ayudará a valorar más lo que sí tiene.

Melancolía, desilusión y resentimiento llenan esta comedia agridulce que bien podría ser lo que quizá nos muestre Linklater que les ocurre a Jesse y Celine en unos 20 años más cuando lleguen a los 60 (además del asombroso parecido físico que tienen Duncan y Delpy), pero, ¿triunfarán el cariño y la lealtad que se tienen las parejas que acaban convirtiéndose en uno después de 30 años juntos?
Pilar Oncina



2 comentarios:

  1. Me encanta que traigas a colación "Topsy Turvy", una película que quedó inédita en España. El único reparo que le pongo a tu texto es que (creo, no he visto la película) acabas desvelando demasiado de su argumento, aunque no olvidas el sentido y la intención general del discurso que siempre es lo realmente importante en una crítica.

    un abrazo,

    jordi

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  2. ... Acabo de verla... Y me ha gustado mucho... Como señalas en el texto es una comedia agridulce pero me ha parecido ¡tan bien resuelta y contada! Tan sencilla y compleja a la vez.

    El espectador acompaña por las calles de París (un París hermoso, es verdad) a Nick y Meg... en ese fin de semana en el que abren su caja de Pandora particular y estallan rayos y centellas del bagaje sentimental que arrastran... Así con ellos, sonríes pero también sientes la amargura y el desencanto. Sin embargo... cuando todo está perdido o se sienten al borde del abismo..., de pronto, en un momento, en un bar, ponen una canción... y bailan como en esa vieja película de los 60 de un cineasta rupturista, Godard... y entonces, sólo quizá no todo esté todo perdido...

    Besos
    Isabel

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